
El domingo, después de una excursión fallida, programada por una peña de Los Barrios, Paco, Alex (su hijo pequeño) Carlos, David y yo, cogimos nuestras alforjas y nos pusimos en marcha a las 10 de la mañana camino a la Montera del Toreo, zona recreativa, que se encuentra en la carretera comarcal de Jerez de la Frontera - Los Barrios y que si alguien ha pasado por ahí, en alguna ocasión, posiblemente la ha visto porque está muy cerca de la carretera y llama la atención. La carretera ha quedado como de servicio, ya que ahora, hay una autovía y el día de la romería, se corta el tráfico y solo pasamos los que vamos a caballo, andando y los que van con las carriolas o carretas. Nosotros en estos casos, atravesamos el campo, camino muy bonito porque, cruzamos el cortijo del Jaramillo con sus naranjos, arroyos, subimos y bajamos monte y especialmente, cuando ya se está casi llegando a los merenderos, hay una vista, impresionante, lo que ocurre, es que tengo pocas fotos porque el camino, no es precisamente para pararse mucho y de esta ultima vista, no tengo ninguna.

Este que veis ahí, es David refrescándose en este charco que hay en el carril porque había empalmado, el sábado noche, con la excursión del domingo (juventud, divino tesoro)
Otros, aprovechaban para echar un trago, (no era precisamente coca cola)

Llegamos al cortijo del Jaramillo y pasamos por los naranjos, choriceamos (algunos más que otro) alguna naranja.



La bajada, no era grande pero horrorosa, terreno como de arena y muy empinada, delante de mí pasó Carlos, le vi que el caballo, dio dos botes para bajar al arroyo y otros dos o tres para subir al otro lado, a él le vi por los aires, instintivamente, me paré y giré en redondo, mirando si había otra bajada un poco más liviana pero viendo que no, le di a la yegua y OH maravilla, resulta que bajó cruzo y subió, con tal suavidad, que me imaginé, que me imaginé que estaba sentada en el sofá de mi casa, no me movió ni un centímetro ¿cómo es posible esto? Yo no me atrevía a levantar la vista pero vi a Paco, bastante apurado, en silencio absoluto y David, delante de mí con ciertos apuros porque llevaba al perro amarrado desde arriba del caballo, llegamos a la otra angarilla, y una vez cruzada, estábamos de nuevo en la cañada. Me comentó Paco, que una de las tres vaquillas que estaban al lado nuestro, se le arrancó pero como las otras, no se movieron se quedó parada, la vi y no nos perdía la cara, tenía unas ganas locas, de venirse a por nosotros. Cuando cerramos, di un suspiro de alivio y me dijo Paco, que ahora venía lo peor porque aunque había un cercado de alambres, lo que allí habían eran toros de 500 a 600 Kg

Total que un bicho de esos, cuando se pelea con otro, suele saltar la alambrada y se mete por los arbustos aquellos y que lo malo es que cuando lo ves lo tienes encima y sin salida porque aquel trozo, es una vereda bastante estrecha, como podéis ver. Dijo que mejor, hablar alto y lo que hice, fue ponerme a cantar fuerte, intentando que el niño me acompañara pero este no se animaba, no sé si era por miedo o por cortedad.

Llegamos a una vega y ahí estaba el cercado y los toros, yo he pasado por ahí varias veces pero la verdad, que no me acostumbro, esta es una foto sacada un poco deprisa y sin ánimo de lucirnos como fotógrafos gráficos para enseñar lo que allí había, por eso nos la hicimos, donde estaban más alejados de la alambrada y con rapidez nos quitamos de en medio. Encima unos caballos sueltos, nos atacaron, por lo que Paco y David, se tuvieron que emplear a fondo con las fustas y corriéndolos para que pasáramos.

Por fin salimos de esa zona, cruzamos un río y ya estábamos en “el puente de hierro” sitio, donde nos paramos a tomar algo y esperar a dos que se habían apuntado por el camino y que en mala hora los encontráramos, aunque ese es otro tema.
Una vez, se unieron a nosotros, continuamos nuestro camino, que era, subiendo la montaña por lo que cuando estábamos arriba, volví la cara y vi una vista impresionante, no pude reprimir, la frase de una amiga mía, que siempre que veía algo muy bonito, decía, ¡Bendito sea Dios! Y eso que yo, ya no iba demasiado contenta, con cierta compañía que llevábamos y pensando que me iba aburrir de lo lindo mientras estuviésemos en los merenderos.

Como a los merenderos, también tienen acceso los coches, estaban allí la mujer de Carlos y la de Paco (Rosi) con la que me llevo muy bien y me resulta muy agradable, hablar con ella, por lo que me alegré mucho al verla. Enseguida que me tomé mi bocadillo, nos fuimos las dos a pasear por el campo hasta las 4,30 que nos pusimos en marcha para hacer la vuelta. El camino, fue mucho más rápido y un cafre que venía con nosotros, intentando hacerme un mal, me dio una alegría, porque en la vega que está antes de pasar por lo de los toros, se puso a correr detrás de mí a todo galope, con el sombrero en la mano y dando gritos, imagino que para que mí yegua se espantara pero, esto me llenó de satisfacción porque esta, no se movió ni un centímetro de donde yo la paré, así que terminé la excursión muy satisfecha por haber podido comprobar, que la yegua es muy buena y que tiene una magnifica doma. Por lo demás el camino de vuelta, no merece la pena contarlo, solo decir que llegamos a las 7,30 de la tarde, totalmente de noche y que hay que saber beber con moderación.