26/3/09

San José 2009- 4

El campamento se empezó a levantar y carriolas y caballos se pusieron en marcha,















nosotros nos quedamos esperando a tener noticias de mi primo y aunque no nos lo decíamos, se notaba que estábamos todos preocupados, preguntamos a unos forestales que pasaron con un todo terreno y nos dijeron que habían visto a un carro con tres mulas y que aún les faltaba tiempo para llegar, seguimos esperando, yo mientras buscaba en los restos del campamento, sobras de comida de los caballos que los jabalíes, no hubieran dado cuenta de ella y mientras los operarios de la limpieza dejaban aquello, igual que estaba antes que llegáramos. Sobre las 12 sonó un móvil, por fin mi primo, ya habían salido de la zona que no hay cobertura, dijo que estaban bien y que habían dormido de maravillas, pusieron un toldo en el suelo, otro arriba y se acostaron de bajo del charre, todos los que llevaban carros tirados por mulas, se quedaron a pasar la noche, en un sitio que es una de las casa del guarda y que lo pasaron muy bien, comieron todos juntos, cantaron y se acostaron a las 12, alguno más que tenía frío, se metió debajo del tenderete que habían montado, junto con ellos para calentarse, se habían levantado a las 7 y venían de camino. Nos dijeron que se les había perdido una mula y que solo, llevaban dos pero que se habían deshecho de peso y que finalmente, habían colado (atar por la cola) a gigante para que ayudara a las mulas, quería que volviéramos para comer juntos pero, nos habían dicho que la guardia civil, no te deja volver, así que bueno, tiramos para delante a ver quién nos quitaba la gazuza que más tranquilos, ya empezábamos a tener.

Aquí estoy recién levantada, nadie diría que había pasado tan mala noche ¿no?












Bueno pues nos pusimos en camino, íbamos buscando a ver si veíamos alguien conocido que nos dieran algo, de pronto Marga dijo, ¡ahí están amigos míos de Almonte! Se acercó y habló con uno de ellos, que nos dijo que nos acercáramos, ellos habían parado para un rengue pero sin descabalgar, así que nos arrimamos. No es por nada pero suelo caer bastante bien al gremio de la hostelería por lo que en un momento había simpatizado con uno de los camareros y no pasaba un plato, que no me ofreciera, me dejé de apuros y tonterías y pensé que más valía comer todo lo que pudiera por si no se daba otra ocasión, así que me puse jipata, y no nos faltaban nuestras cervezas, terminado aquí continuamos camino, siempre contactando con los rezagados.




Todo seguía igual, lo único que cambiaba era el paisaje, por esa diversidad de vegetación que hay en Doñana. Llegamos al “calistá” (zona llena de eucaliptos) allí fue donde almorzamos el año pasado, vi a Marga hablando con un chico y me hicieron seña, nos habían invitado, así que desmontamos y nos sentamos a su mesa, eran de Los Palacios, (Sevilla) iban solo hombres, aunque de todas las edades, eran simpatiquísimos y pasamos un rato muy agradable con ellos, estos iban bien preparados, además de los cocineros y camareros, llevaban guitarra y un grupo que cantaba. Yo no podía comer nada más, el calor era tremendo por lo que me puse al lado una botella de agua de las grande y me harte, tanto me insistía que comiera, que le pedí unos saladitos, pensando en chucherías y me quedé helada cuando vi la fuente que me trajeron con jamón pata negra, queso y demás, me dio una vergüenza tremenda porque no me habían entendido y yo pensaba, que habrían dicho que menuda cara pero no, la verdad es que muy agradables, Vicente era el alcalde carreta y me llamaba Ana Rosa Quintana, ja, ja. Después de descansar y que tomaran unas copas, continuamos el camino, ya sabíamos que lo que quedaban eran un par de horas más o menos. Más a delante, se me arrimó un señor por detrás y mi yegua que se puso en celo en el camino, le largo un par de coces, él no lo tomó a mal, unos metros más y Marga que llamaba otra vez, que nos invitaban a tomar algo, el calor seguía tremendo y oí de lejos, la de la gorra roja también, era el señor de las coces, allí sin bajar del caballo estuvimos un rato charlando, eran de El Cuervo, también de Sevilla, aunque este pueblo, está muy cerca de Jerez, por lo que se encuentra en la frontera de las dos provincias, después de tomar algo, seguimos un rato juntos, el mundo es un pañuelo, me dijo que el año pasado, hizo el camino con ellos el dentista de mis caballos, que casualidad. Algo más adelante nos separamos, vi un par de cosas, que no me gustaron y que no voy a comentar pero, ya sabemos, que en estos sitios, hay de todo.
















Eran sobre las siete de la tarde cuando teníamos delante La aldea, la alegría que sentí, no es explicable de verdad, que emoción más grande, ya veía la ermita y gracias a la Santísima Virgen, habíamos llegado bien. A la entrada, estaban esperando unos amigos pero yo dije, que quería irme al hotel, Marga me acercó y cuando nos despedimos, me dirigía hacia él, cuando noté que la yegua, sabía dónde estaba, así que le afloje la rienda y la dejé a su aire, como si estuviese en su casa, me llevo por la aldea hasta la puerta del hotel, llamé a la dueña para que me abriera la cuadra, que está por detrás y le di a la yegua un toque, sola, giro para el callejón, el siguiente giro (yo no estaba segura) y me llevó a la cuadra, me quedé agradablemente impresionada, me la comía a besos, le di una ducha y a su box con su camita y su comida preparada. Subí y me di una ducha de campeonato, me tiré para esa cama, con esas sábanas tan blanca, que parecía que me estaban aplaudiendo y a las 8, ya estaba yo acostada.

Por la mañana me fui a desayunar y después a Misa, saludé a nuestra Señora, con todo el cariño que me profesa, pedí por todos, la familia, amigos y amigos de los amigos y luego me fui a casa de Marga donde comimos para ponernos en camino hacia Algeciras, a las 6,30 de la tarde. Todo ha salido bien y a pesar que la noche que pasé en el parque, fue muy mala, ya estoy deseando que pase el año que queda, para volver.











25/3/09

San José 2009 - 3










Las horas pasaban a una velocidad tremenda, la noche se nos venía encima y aunque no conozco muy bien el camino, ya lo he hecho una vez y sabía que nos faltaba mucho para llegar a palacio, donde paraba a dormir la carriola de ranca-chino, que es donde estaban nuestros bultos. El matrimonio formado por Roberto y Carmen estaban muy inquietos también y en una de esas dijeron que se iban para delante y yo dije que me iba con ellos, que nos veríamos en palacio, pensando que ellos llegarían de madrugada y que yo, no tengo costumbre de trasnochar, mucho menos, con la de horas que llevábamos a caballo y pensando que al día siguiente, eran 18 km más, así que le dijimos a mi primo que nos íbamos y él me miró extrañado pero no solo me dijo que había 3 horas de camino. En realidad, yo solo pensaba en que tenía que acostarme y que no fuera muy tarde, por lo que miré la hora y pensé que sobre las 23h estaríamos en el campamento, cosa que no me pareció mal.


Cogimos una botella pequeña de agua para cada uno y emprendimos el camino. Roberto llevaba un caballo tordo (Jerte) y Carmen un entero PRE apto para reproducción y con el que ella está loca y que a mí no me gusta porque el caballo no es del todo claro y eso que no lo he visto como es en realidad porque le habían puesto un chute de tremendo para que hiciera el camino, ya sé que en las ferias, se hace mucho pero yo prefiero un penco a llevar un caballo drogado porque no puedo con él. El camino era muy duro, la luna casi llena pero cuando pasábamos entre árboles, no se veía nada, llevábamos unas linternas pequeñas, que en aquella inmensidad, no servían para nada, a menudo que se iba haciendo más la noche, poníamos todo nuestro esfuerzo en no perder de vista la “roa” de los carros, algunas veces veíamos luces y nos animábamos pensando que estábamos llegando pero, eran carriolas que andaban por el camino. En la oscuridad, se veían bultos negros y grandes que se movían, eran los jabalíes que bajan a comer las sobras de las comidas y que huían al oír nuestras voces. Calandria, se puso la primera, ¿Cómo no? Pero cada unos cuantos metros me tenía que parar porque oía a Carmen quejarse de que se quedaba atrás, del miedo que tenía y de las ganas de llorar que tenía, el marido y yo intentábamos animarla pero esto me iba haciendo mella también a mí. Las horas pasaban y no había forma de llegar, en la oscuridad, pude ver un caballo muerto, el pobre no lo había resistido, paramos para hablar con un conductor de un camión grande de esos de las arenas, que nos dijo que se le había quemado el motor y que estaba esperando que le remolcaran, le preguntamos por el caballo muerto porque estaba cerca de él y nos dijo, que ya habían caído tres, seguro que en la oscuridad, no los vimos, de lo cual me alegro porque el sufrimiento que me entra es tremendo y me acordé del bárbaro que reñí en el camino. Seguimos adelante y las horas pasando, ya me dolía todo cuando por fin vimos las luces del campamento, era la una de la madrugada (yo estaba montada desde antes de las nueve) intentamos llamar al de la carriola y el teléfono, daba apagado o sin cobertura, así que buscamos por donde nos dijeron que se ponían, por fin entre tantos y tantos lo vimos, allí estaba, ranca-chino, nos quedamos de piedra, cuando Roberto preguntó y le dijeron que miráramos pero que allí no había nada. Ni decir quiero como se puso esa mujer, había venido parándonos todo el camino con el caballo drogado que no podía tirar y que hicimos un camino de tres horas en cinco y ahora había que escucharla, tuve que decirle que yo también estaba muy cansada y nerviosa pero que era mejor callarse por el bien de todos. Empezó a llamar a todo el mundo y no había manera, todos sin cobertura, oyendo sus llantos y quejas, intenté amarrar la yegua en un hueco que había entre otros dos caballos y se lío la grande porque Calandria respondía a los bocados de los otros metiendo coces a ambos lados, así que la tuve que coger de nuevo y tenerla de la mano, esa mujer no paraba, que si la comida de los caballo, que si nos habían dejado tirados (yo le dije, que los que les habíamos dejado tirados, éramos nosotros) que si toda la comida que llevaban, que tenía mucha sed, bueno horrible, cogí una silla de por allí y me senté a esperar con la yegua de la cuerda. Eran más de las tres de la mañana, cuando sonó su móvil (yo me había quedado sin batería) era Marga, me quedé helada, esa mujer tan educadita, llorando y gritando al mismo tiempo diciendo que le habían engañado que nos estaban sus cosas. Rocío le dijo que estaban llegando a donde estábamos nosotros que esperáramos. Así que nada más entrar en palacio, encontraron la carriola, llevaban dos y el tío malaje no nos lo dijo, así que Rocío, Fili y Marga, se había venido porque a esta última, le dolía la espalda de llevar el ritmo lento de las mulas y mi primo el aprendiz y el conductor, se quedaron atrás, sin intención por supuesto de llegar en lo poco que quedaba de noche. Bueno, pues nos dispusimos a buscar sitio para atar los caballos antes de coger los bultos, aunque Marga, llevaba ya una tienda quechua, de esas que parecen galletas grandes, que es la que solemos llevar. Dimos todas las vueltas del mundo y no había manera de encontrar un hueco para los caballos, en esta búsqueda, nos despistamos del matrimonio, tiraron para un lado y nosotros cuatro para otro, por fin encontramos algo que nos podía servir, había caballos dentro de un cercado y algunos hueco entre ellos y en esos atamos en uno a Calandria y en otro a La yegua de Rocío, Fili amarró el suyo a unas ramos ya desesperado y Marga a “Valentín” a otras ramas, Fili empezó a decir que para lo que quedaba, que mejor no nos acostábamos y que cuando amaneciera, que pusiéramos en camino hacía el Rocío pero yo le dije, que aunque fuese un rato, deberíamos tumbarnos, lo comprendió enseguida y se fueron los tres a por los bultos mientras yo controlaba los caballos que tenían puesto las monturas. Estaba rota y necesitaba sentarme,

vi un agujero y puse en él la tienda cerrada para sentarme encima. El rocío me tenía empapada y la humedad la notaba hasta en los huesos, llevaba un barbu y encima un poncho de lana, la gorra calada hasta los ojos y la bufanda pero los dientes me castañeteaban. Cada vez me tumbaba más en la “galleta”, hasta que me puse en posición fetal, acurrucada esperando que pasara el tiempo. Valentín rompió la rama y comía hierbas al rededor de mi cabeza pero no me moví, le dije que no me pisara y pensé que si estaba cerca, algo de calor me daría. Pasó media hora, una hora, dos, dos y media y el miedo (soy bastante valiente) ya estaba encima, pensaba si aparecía alguien por allí, que haría, tenía una navaja en las alforja pero no me podía levantar, los pies los tenía mojados porque ya sabéis las marismas y los tenía puesto en la parte más baja del agujero, donde no tenía tienda, la cual por supuesto no abrí porque a cada momento pensaba, que ya iban a llegar, aunque tenía claro que se habían perdido. Sobre las siete, oí voces y a Fili diciéndole a Rocío que le parecía que ese era su caballo, lo llame y me contestaron enseguida y muy angustiados, efectivamente se habían perdido y cansados de dar vueltas con los bultos, dejaron a Marga en un sitio por allí con ellos, esta creo que cansada también cuando la encontraron, se había quedado dormida sobre ellos. Así que fueron a buscarla y volvieron con esta vez enseguida. Abrí la tienda temblando, me metí dentro, me quite poncho, barbu y me metí en el saco, vinieron a preguntarme cómo funcionaba el inflador a pilas y les dijes que para colchones estaba yo. Ya encerrada dentro oía a Fili que se quedo a mi lado como roncaba, se quedó dormido enseguida y a las niñas, un poco más retiradas hablar. No me podía dormir y me sentía el pulso en la cabeza, después del frío que había pasado, empecé a sudar, que hasta un pañuelo que llevaba al cuello, creo que se me humedeció, al final me quedé dormida, me supo a gloria, aunque creo que habrían pasado solo unos 30 minutos, cuando Fili me llamaba porque había que recoger para llevar los bultos de nuevo a ranca- chino. Así que a las 8, estábamos de pie recogiendo. Una vez todo empaquetado, se fueron a llevarlos mientras yo me las ingeniaba para llevarlos hasta las hierbas que fuesen comiendo algo por lo menos fresco. Todos empezaron a levantarse y a desayunar y yo esperando a que volvieran los míos, me dejaron un café de esos que venden en gasolineras, que vienen en vasos, agitas y se calienta, por cierto que no he visto, cosa más mala, lo tiré casi todo. Mis compañeros volvieron y decidimos esperar a ver qué pasaba con el resto del grupo, aunque al matrimonio, los descartamos porque le vieron dándole de comer a sus caballos (comida de todos los nuestros) y dispuestos a seguir ellos su camino.
En la próxima, os contaré el final del camino, como podéis ver, en el camino del Rocío, no todo es cante, risas y juergas, también hay malos tragos que pasar.

20/3/09

San José 2009 - 2



Bueno, pues ya estamos en el otro lado, subimos a nuestras monturas y nos metimos en el camino.
Éramos los tres últimos, Rocío, Fili y yo, los otros habían cruzado antes. En cuanto mis ojos empezaron a llenarse de esa naturaleza sin igual, empecé a respirar hondo y a ensancharse mi alma. Al poco, nos encontramos con los demás, habían parado para hacer el primer rengue (parada para descansar, beber y comer algo)












He de decir, que cuando compras las viandas, no se puede calcular sobre los que vayan, sino que todo el camino, vas invitando y te van invitando, conocidos y desconocidos. De pronto aparece un grupo con una guitarra, se acercan a cantar y se le invita a lo que quieran, igualmente si te ven cansando y que no estás con tu apoyo cerca, la gente se da cuenta y te ofrecen comida y bebida, esto es un acto de compañerismo y generosidad, que me ha impresionado y que ya conocía desde la vez anterior, así todo el tiempo porque cada uno hace el rengue, cuando quiere. Mucha gente hace uno para comer en el palacio de Marismilla, residencia de verano de los presidentes de gobierno. Allí había un pilón y ya sabemos que no nos podemos pasar ni uno sin que los caballos beban. Mi primo les dio un guiso que él había hecho muy bueno de bacalao con gambas y almejas, a unos amigos de una carriola para que nos lo calentara, comimos poco y el resto se quedó allí, en esa relación de intercambio tan peculiar que se vive en el camino.









Cuando mi primo Manolo (que era el alcalde carreta) dijo que seguíamos, nos pusimos de nuevo en marcha pero a medida que el tiempo pasaba, las mulas iban notando el peso que llevaban en cima y lo duro y difícil que estaba el camino, empezó a hacerles mella y cada pocos metros, se paraban porque las pobrecillas no podían tirar pero Paco que era el que llevaba el carro, no las obligaba porque ya sabéis que muchos de estos animales, no terminan el camino.












Seguimos haciendo rengues pues cada vez que las mulas se paraban, se acercaba alguien, a charlar o grupos a cantar, así que yo ya empecé a notar cansancio y preocupación porque tanta parada seguida, sin avanzar nada, me daba que no íbamos a llegar ni mucho menos a la hora de dormir a Palacios, que creo que ya he dicho, es donde estaban nuestros bultos (caseta, colchón y saco) en una carriola de un amigo de mi primo.













¿Qué voy a decir del camino? Cada paso que se da es una maravilla, los distintas tipos de vegetación, dunas, pinares, arbusto, el canto de los pájaros el olor a romero, por cierto, allí está totalmente prohibido cortar cualquier tipo de rama, además como te cojan, te la cargas. En este tramo del camino, en el cual me había adelantado un poco del charré, vi a un tío dándole la grande a un caballo, varazos, intentando hacer piruetas, golpeándole continuamente y todo tipo de barbaridades, además riéndose con dos palmeros que tenía al lado, me fui para él, me paré delante y lo miré con toda la mala leche que puedo expresar en mi cara y le dije que como siguiera, mal tratando al caballo, que llamaba a seprona y le denunciaba, a lo cual el intentó justificarse que como hacía entonces para someterlo y le dije que cuando se portara mal si tenía que pegarle que le pegara pero que por gusto, que no se lo permitía, que le quedaba una barbaridad de camino delante y que seguro que se moría, que no llegaba al Rocío, quiso chulearme diciendo algo que su caballo era complicado y miró a la mía como para decirme algo pero se quedó a medias cuando se fijo en ella y yo muy chula también le dije, que quieres, montar a esta, ¿a ver si te atreves? Anda, ja, ja, con lo buena que es. En fin que los dos compañeros, le pusieron en medio y le dijeron que yo tenía razón y que tirara para delante sin decir ni pío.
Bueno, aquí lo dejo y en la siguiente tengo que advertir, que viene lo duro de la aventura pero quiero decir, que mucha gente, cuenta cosas de esas que les ha pasado en algún Rocío.

18/3/09

San José 2009 - 1










Además de la Romería del Rocío en Pentecostés, con la culminación de la salida de la Blanca Paloma de su ermita, el lunes resultante de contar los cincuenta días después del Domingo de Resurrección , todas las hermandades rocieras durante el año hacen una peregrinación oficial y corporativa. Cuando estuve en la Candelaria, le correspondía a Triana, ahora es a Sanlúcar de Barrameda, al ser la semana anterior a San José, se le denomina, el camino de San José. Pasar por El Coto de Doñana, es un privilegio de las hermandades de Cádiz, solo ellas tienen derecho a hacerlo. Sanlúcar es la mayor de las hermandades y en esta ocasión, también les acompañaba San Fernando. Para pasar, necesitas un pase que previamente, hay que comprarlo y que va con tus datos personales y además, durante todo el recorrido, te encuentras con vehículos todo terreno, perteneciente a la hermandad, que se encargan junto con la guardia civil y los forestales, de que todo esté controlado. También hay médicos y veterinarios. Ahora os contaré algo de lo que me pasó haciendo este durísimo camino. El primer día, se suele hacer 33 Km y el segundo 18. Empezaré por decir que la noche del jueves, dormimos en Sanlúcar, a la yegua le llevé a un picadero el cual me gustó mucho.

Este camino, suele llevar apoyos con carriolas tiradas por tractores pero también van carros enganchados por caballos, o mulas, este ultimo era nuestro caso. Formábamos el grupo siete, el conductor del carro, un chico de aprendiz y también iba un hombre a caballo, que iba de ayudante y luego resultó que lo que iba era a lo suyo, las mulas eran tres y el carro iba a tope y eso que solo llevaba comida porque nuestros bultos con tiendas y colchones, iban en una carriola de un amigo.
Bajé temprano para desayunar, ya que habíamos quedado a las ocho para salir pronto y cuando me desesperé por la calma de los demás, cogí sola un taxi y me fui a la hípica donde mi yegua estaba esperando, la preparé tranquilamente y me monté, me fui hacía la playa en compañía de un señor que conocí allí y llegué hasta donde estaban los caballos y carros embarcando. En vista que mi prima Rocío y Fili, no aparecían, me recorrí otra vez la playa hacía la hípica llamándolos y al final como no terminaban, fui de nuevo a la hípica donde me los encontré liados todavía. Mis nervios iban en aumento pero llegado a un punto, comprendí que lo tenía que tomar con calma, ya que la cosa no tenía arreglo.















Por fin nos pusimos en marcha y nos metimos en la cola del embarque, que resulto como siempre, apurada y excitante porque como podréis ver, los caballos y jinetes, estamos todos apelotonados y dirigidos en grupo para embarque por la guardia civil. Yo iba un tanto recelosa por Calandria pero a pesar en cuando íbamos por la playa me dio la grande con los culatazos, en la cola, se portó de maravillas y embarcó de lujo, no hizo ni un solo movimiento extraño, a pesar que el tío de la barca, me dejó en puerta para subir, que como sabéis es mejor entren arropados por otros pero no le hizo falta, fantástica la subida y la bajada porque en esto hay mucha gente que se lesionan, ya que los caballos asustados, se resisten o se asustan y suelen dar mas de un pisotón a sus jinetes, que tienen que hacer la romería cojos. Calandria miraba al agua con mucha curiosidad y con cara de asombro.












Bueno, aquí paro un poco para que no se me olviden los detalles más importante que os tengo que contar.






10/3/09

En el parque natural de Los Arcornocales












Me quedo sin palabras para explicar esto. El domingo subí después de varios años, al parque nacional de los alcornocales, os diré que es uno de los más grande y que la provincia que más lo disfruta es Cádiz.
Llegué a la cuadra sin pensar que iba de excursión pero tranquila porque tengo que ejercitar a la yegua (si el tiempo nos da un respiro, que parece que sí) para hacer el camino de San José y como os podéis imaginar, cruzar Doñana desde Sanlúcar de Barrameda, hasta la aldea del Rocío por las arenas y en dos días, es muy duro para los animales, como ya he dicho en anteriores blog, algunos no lo aguantan y desgraciadamente, mueren en el camino, San Antón, ni la Virgen del Rocío lo permita. La cosa es que llegando a la cuadra, me pararon para decirme que si podía salir conmigo la nuera de Manolo ( el dueño ) yo asentí encantada pero tenía que llevar a la yegua que no conoce aquello, así que fui a prepárame y a galopar en el picadero para que la yegua se relajara porque la señora está, para hablarle de usía, como Manolo notó mis dudas, ya que la nuera es totalmente novata, preparó un caballo y nos pusimos los tres en marcha. Evitando el fango tan tremendo que hay por todo el campo por las lluvias que hemos tenido, tuvimos que pasar por un barrio que le llaman Los Arcos porque allí, hay un acueducto muy antiguo, otro día haré una foto. Subimos por las Herrizas, desde allí tomé estas fotos de la bahía de Algeciras, en el centro Gibraltar, a la derecha, El faro de Puntacarnero y no me di cuenta de tomar una de la izquierda, donde se ve toda la Línea de la Concepción. Es una bahía incomparable, como dijo SM. Don Juan Carlos, en una de sus visitas a nuestra ciudad, y más viéndola desde donde la estaba viendo yo y a caballo, que por lo menos yo, lo veo todo de otra manera.
Cruzamos el portón para entrar de lleno al parque y allí yo casi no iba con los demás, sentía que íbamos, mi yegua yo y nuestro Señor, hacedor de todas las maravillas. Curioso que esto dos domingos que llevamos de cuaresma, tenga que ver el evangelio con el monte, parece que Dios es ahí donde lo hace cuando quiere decir algo. En fin, las fotos no hacen ni mucho menos justicia a lo que allí te encuentras, entre otras cosas porque se me va la ocasión de hacerlas, mientras miro la flora y estoy pendiente de si nos visita la fauna porque tenéis que saber, que por ahí, es frecuente ver gamos, jabalíes y demás animales que viven en este maravilloso parque que podemos por ahora disfrutar y que cada vez, que llega el verano, me horrorizo pensando que pudieran prenderle fuego. Allí es un contacto total con la naturaleza, ya veréis en mis próximos paseos, iré tomando fotos para que veáis, los helechos tan preciosos, son únicos en el mundo, como una mariposa que creo que tan solo la hay aquí. En definitiva, dos horas maravillosas de paseo, con un día espectacular.

6/3/09

Ya estamos de vuelta



Bueno lo que quiero decir, es que me he vuelto a la cuadra donde estaba anteriormente, mí ciclo allí creo, que había terminado, me estaba costando trabajo, hasta de ir, no es que me haya pasado nada nuevo y desagradable, simplemente es que me aburría y cuando esto ocurre, hay que cambiar aunque cueste. El Otoño y el Invierno, han sido muy duros y estar allí era ya muy monótono, así que noté que Manolo quería que volviera a su casa (ya que para él no fue agradable que yo me fuese de allí por las circunstancias que ocurrieron) y me dijo que había dos señora y que una de ella montaba muchos días y todos los fines de semana y que había ahora más movimiento, que íbamos a hacer cuando llegue el buen tiempo, excursiones los sábado y la verdad, es que no tardé ni un día en decidirlo y ya estamos de vuelta Amoroso y yo porque para Calandria es nuevo.
El tiempo sigue horroroso pero ayer, no me pude aguantar y le puse la montura al caballo y me fui a subir el monte, hacía vendaval y no sé como no salí volando del caballo cuando llegué arriba. Estaba disparatado pero se portó bien, aunque lo subimos a trote y casi toda la bajada también. Como he hecho el mismo recorrido que hacía hace dos años con frecuencia, he notado lo que he mejorado porque, antes me costaba subir y sobre todo bajar y sin embargo, ahora lo he hecho como si estuviese paseando por un carril, estoy deseando de adentrarme en el campo, donde también hay muchas subidas, a ver como se me da. Cuando bajamos, di una vuelta por la calle y también se me dio fenomenal, en total media hora porque el monte lo hicimos en poco más de 10 minutos, ja, ja pero me sentí bien y además cosa extraña pero estar sola, parece que no solo no me disgustó, sino que me hizo sentir bien, a veces las voces y la música a todo volumen en la anterior cuadra, me molestaba mucho y aquí, solo vi a los dueños que me saludaron y charlamos un poco.
Esta tarde el tiempo sigue igual de horrible pero para que la yegua, se fuese acostumbrando a aquello, la he metido en el picadero y ha trabajado un ratito pero ellas sola, la dejo suelta y me pongo en el centro y como es tan disciplinada, ella sola se da picadero y se cambia de mano cuando se lo pido pero tuvimos que salir a escape porque empezó a llover y acababa de salir de la peluquería, así que pitando para casa. Este vídeo es para que veáis lo grande que es el picadero y lo guapa que está la yegua a pesar de las mataduras de la cara.