19/7/08

El percherón engañoso


Estaba sola en la cuadra. Todos los que estaban allí, habían salido a montar, aunque no era nada organizado, cada uno por su cuenta. No me agregué a ninguno porque no estaba animada y algunas veces para hacer esto, hay que estar por lo menos con ganas, ya que no es una moto que se arranca, hay que dar de beber al caballo, pasarle el cepillo y vestirlo que es lo que más cuesta, por lo menos a mi. Lo digo por lo del peso de la silla, así que acababa de llegar, que ya me costó trabajo ir y no me pareció lo mejor, volverme tan pronto, así que para hacer tiempo y como hace calor, decidí dar de beber a los caballos de Andrés y Ani. Le entre abrí la puerta al Andaluz (uno entero )que tiene la pila al lado de su box y que es bueno. Cuando acaba de beber, le chasqueas la lengua y suele dar su pasito a tras para cerrar de nuevo su puerta y ya está. Después me fui por la “Peregrina” la yegua de Ani, que con esa nunca he tenido problemas, sale muy tranquilita y según va hacía la pila, acelera el paso para llegar y hartarse de beber porque es la que más bebe de todos. Ya iba a llenar un cubo para llevarle al percherón, cuando le vi la carita apoyada entre los hierros de su ventana y me dio pena que no saliera. Así que a pesar de que no está domado ( solo echado para adelante) y montado en muy pocas ocasiones, me dio pena, le enganche el ramal y me lo lleve a la pila. Es un tío en apariencia tranquilo y bebe parándose a menudo, hay que tener paciencia con él si quieres que beba lo suficiente. Cuando terminó lo llevé a la puerta de su box, me metí dentro pegada al pesebre para que me siguiera y me dijo que no, que hacía mucho calor y que estaba harto de estar encerrado, que si quería que me quedara yo, así que después de pensarlo y equilibrando sus fuerzas y las mías decidí que lo mejor sería darle ese gusto y lo sujeté a una de las argollas que hay en el patio. Tienen un potro de año y medio que hasta hace poco lo he estado sacando bien cabestreando pero ya está muy crecido y está floreciendo su carácter y como no quiero que me dé un disgusto, a él le doy de beber en un cubo, así que cuando abrí la manguera para llenarlo, él percherón estaba distraído peleándose con unas moscas y el ruido del agua, le sobresaltó de tal manera que de un solo tirón, rompió fácilmente el cabezal quedando suelto. Cerré el grifo sin brusquedad pero todo lo rápido que pude y me quedé sin moverme mirando la situación. El caballo se paró delante de un box a comer unas pajas que estaban por fuera. Dos puertas abierta y la tercera que era la que estaba más cerca del caballo, entre cerrada. Me dirigí primero a esta con pasos muy suaves y lentos y sin mirarlo, como sin no me importarme lo que había hecho, aunque por dentro estaba descompuesta, no me podía imaginar que el caballo se me escapara y además sin ser yo la dueña. Pude echar el cerrojo y por el rabillo del ojo, veía que él me miraba. Igual de despacio y de desinteresada, me fui a la segunda y luego a la tercera. Ya estaba todo cerrado, por lo menos, a la calle no se podía ir. Abrí bien la puerta de box para que fuera la única salida que tuviera y allí estuvimos dando vueltas y vueltas, pasaba por delante y volvía a pasar, yo le decía cosas intentando ser suave pero segura y nada, a veces se paraba y me amagaba con la cabeza hacía atrás y yo con todas las precauciones del mundo pensé que no me la jugaba, no fuese que el caballo me levantara las manos o me diese una coz. Así que recordé que había visto pienso en un pajar que estaba abierto, fui con un cubo y cogí un poco, se lo enseñé con gran desconfianza por su parte, sobre todo al ruidito que yo hacía para agitarlo y que él no lo alcanzara. Me metí en el box y se lo eché en el pesebre, todo sin perder la calma y sin dejar de hablarle. Después cogí la fusta y empecé a decirle cosas de nuevo, pero sin agresividad y a la primera vuelta, entró. Le cerré la puerta y ya desde fuera, le dije lo pedazo de sin vergüenza que era pero que lo peor es que parecía tonto, como nos ocurre al tratar algunas personas personas. Todo terminó bien y aprendí otra lección más en este mundo del caballo.

11/7/08

Patas lacias




Además de estar muy fuerte por falta de trabajo y con la comida por delante, resulta que está flojo. Por fin ayer me decidí y con un calor horroroso, le eché la montura, le embadurné de antiinsectos y me puse protectora solar. Nos fuimos al campo sobre las 6,30 y no veas como pegaba “Lorenzo”.
Hemos tenido muchos problemas al cruzar el puente de la carretera pero anteriormente, ya lo tenía casi superado, yo voy halagándole y diciéndole lindezas y él mirando desconfiado el agua pero dentro de lo que cabe bien, pegado a su derecha. Bueno pues nada, hemos vuelto a los antiguos vicios. Al ir para allá me dio la grande huyendo del agua y poniéndose casi en medio de la carretera, para colmo unos gamberros en una moto, al pasar a mi lado, aceleraron y así dando saltitos, llegamos a la vereda. El puente mide algo mas de 100 metros de largo y está a una altura del río como de tres o cuatro. No entiendo ese terror porque después cruza por el agua sin problemas. A la vuelta pensé que vendría algo cansado y que lo pasaríamos mejor pero fue todavía peor, nos pasó un camión lanzado (porque algunos parece que les da rabia y no tienen miramiento) y también algunos coches, iba de muerte, casi en medio de la carretera, no podía obligarle a que se pegara a la derecha y ya empecé a enfadarme en serio. Primero empiezo a decirle lindezas al revés y si el enfado va en aumento, es cuando no puedo más y le pego. Ayer se escapó de todo eso de milagro porque en ese momento, nos cruzamos con un señor que estaba parado mirándome y para no sacar mi vena de camionero, me tuve que apretar fuerte la mandíbula y contenerme por vergüenza. El resto del camino fue también una lata, las moscas a pesar de todo, se nos tiraban en bandadas y él dando culatazos todo el tiempo como si tuviese falta de fuerzas en las patas. Así llegamos hasta la primera angarilla y nos dimos la vuelta pero subimos un pequeño montículo para apartarnos de la zona donde más moscas nos atacaron. Desde allí se ve ese sembrado de aguacates, que no sé para que sirven porque lo llevo viendo dos años y nunca le he visto fruto. Parece que empezó a caminar mejor porque en vez de mover el mosquero para apartar las moscas, daba cabezazos arriba y abajo como si fuera un burro. Vimos algunas zarzas que ya tienen sus moras y nos paramos para comerme algunas. Seguimos hasta el puente que es donde a la vuelta me remató y llegamos a la cuadra, donde le duché y ahí si que no le dejé mandar porque se quería poner a su gusto y con la misma goma de la manguera, le tuve que demostrar que ya me tenía harta. A veces pienso que en realidad, estos animales, son masoquistas y parece que les gusta que les pegue. Tengo que decir, que el pegar yo a un caballo, es poco más que una caricia, por mi falta de fuerzas y de mala leche.

10/7/08

Haragán

Esto es lo que ocurre cuando llega el verano. No salimos a nuestros paseos, comen, no hacen nada y están muy fuertes. Lo peor es que además, se acostumbran y no quieren trabajar. Ayer cuando le abrí la puerta del box, salió como lo hace un toro cuando le abren la puerta del chiquero, incluso llegó a resbalarse perdiendo las patas y casi se cae. Como ya me lo viene avisando hace unos días, tomé mis precauciones y no me puse delate pero estaba claro que había que hacer algo. Así que lo primero, fue llevarlo al picadero y dejarlo suelto, me coloqué en el centro con el látigo para que creyera que estaba atado y me atendiera cuando le digo ¡cambio! cosa que hace muy bien, cambiando de mano sin problema. Empezó a retozar y a galopar como un loco amagaba con las orejas, a unas yeguas que había en una corraleta de al lado pero poco a poco y viendo mi enfado, se centro en desahogarse, cosa que él hace pronto. Ahora en verano con el calor y si además ya sabemos que tiene mucho de español, se cansa pronto. Tampoco está acostumbrado a que le dé picadero y cuando lo hago, le dedico poco tiempo. El ejercicio duró solo diez minutos porque el sol nos caía a plomo y él ya estaba sudando, así que lo cogí con mucho gusto por su parte y me lo llevé a la ducha. Enseguida se secó y como me encontraba en esos días que siento una gran tristeza y ya lo peor lo había hecho, le eché la montura y nos fuimos a dar una vuelta por el circuito corto, a ver si me mejoraba, ese que dura tres cuartos de hora y es carril y carretera. Había cantidad de moscas y mosquitos, ya que ese paseo transcurre en su mayor tramo por la ribera del río de Palmones y por sembrados de algodón y maíz entre otras cosas. Hay muchos aspersores regando las siembras y en la cuneta, agua estancada, de ahí, la cantidad de bichitos tan desagradables para Amoroso ( que es caballo señorito) y para mí, que lógicamente me molestan mucho.
Aunque tuve la suerte de poder ver una vez más, este sembrado de girasoles, que creo que ya van a lucir poco pero que es una maravilla para la vista. Las fotos como casi siempre, son con el móvil, por lo que no hacen honor a su belleza. De vuelta a la cuadra, estaban preparando para reunirse un grupo y tomar caracoles pero... no estoy disgustada, ni enfadada, creo que nunca he sentido esto porque es solo tristeza y sola no la he sentido nunca. No puedo estar en los sitios cuando me siento así. Po lo cual, me volví a mí casa.




4/7/08

Nuestro primer galope

La verdad es, que no tenía ganas de ir pero ahora debo por lo menos hacerlo una vez en semana y la pasada no fui y esta se acababa y tampoco, así que haciendo un esfuerzo, decidí ir a ver y a montar la yegua. Mercedes no me podía acompañar en esta ocasión y recordando que Pedro y su mujer se ofrecieron a venir conmigo un día, les llamé sobre la marcha y me dijeron que sí, así que pasé por su casa y les recogí. El camino se hace corto porque vamos parte por autovía y el resto por una carretera que atraviesa Benalup Casas Viejas para coger por otra que deja a un lado Las Lomas, finca que en su mayor parte pertenece a la familia Mora Figueroa y donde es muy frecuente ver a los faisanes, perdices, conejos y toda clase de pájaros por la carretera.
Cuando llegamos, Antonio estaba haciendo un trato con una pareja que había allí, al despedirse, hablaban algo de un lote y yo le dije, mete mi yegua también. Antonio se volvió y me dijo que si yo quería vender la yegua en serio, que él se quedaba con ella, y que llamaba a una señora que no recuerdo el nombre y que se la llevaba en esa misma tarde, por lo que deduje, que esa mujer, ya la habría visto y que le había gustado. Bueno, la cosa es que me la preparó y me subí, esta vez con menos dificultad porque me ayudé en un arríate, ya sé que no queda muy estético pero es que no llego bien al estribo y hay que buscar los trucos. Enseguida me metí en el picadero, después de la primera vuelta y la primera instrucción de Antonio de cómo tenía que llevar las riendas, la yegua ya era mía. Me probó varias veces queriendo salir cuando pasaba por la puerta pero viendo que no se lo permitía, se sometió y fue de maravillas, tanto que me lancé y me puse a galopar. Ahí fue cuando no pude más y le tuve que decir ese cariñito que yo les digo.... ¡Te voy a comer el corazón! Me quedé alucinada, ¡Dios que diferencia de galope con Amoroso! Era como flotar pero sin peligro alguno, como si estuvieses montada en un tiovivo de la feria. Quedé tan contenta, que después no quise ni salir al campo. Como siempre, hago caso de eso que dicen, lo breve y bueno, dos veces bueno y así de contenta, le dejamos que Antonio la bañara y nos volvimos para casa. Por supuesto que de mi mente se ha borrado cualquier duda que tuviese de venderla. Si sigue así, con el corazón que tiene y lo buena que es, sería tonta si me desprendiera de ella y no me pagarían lo que vale.