1/9/08

Ya estamos en casa





El domingo, mí hermano Miguel y yo, enganchamos el van y nos fuimos a Vejer de la Frontera a recoger a Calandria. El camino de ida, como íbamos de vacío y era una hora buena, cogimos por una carretera que nos ahorrábamos 31 Km pero que es estrecha y con muchas curvas aunque llegamos muy bien y a la hora prevista. Cuando llegamos a la cuadra, habían estado descargando alpacas de paja y había mucha esparcida por el suelo. Yo no sabía que los coches patinaban sobre ella y casi me cargo el embrague. Empezó a echar humo y lo dejé hasta que llegó Antonio que me dijo que no debía haber entrado hasta allí ( cosa que hice porque mi hermano me lo dijo ya que mi primera idea era hacer la maniobra en la calle y no entrar) pero como él tiene experiencia en estas cosas, lo sacó bien. Subimos a Calandria con alguna dificultad pero bien porque él tuvo toda la paciencia del mundo y esperó que la yegua se le pasara la desconfianza y el miedo y entrara sin tener que forzarla mucho. Con ella cargada y una vez liquidado lo que tenía pendiente, nos pusimos en camino. La bajada me resultó más fácil que la subida, que en realidad, no fue tan complicada como yo me temía, será porque las cosas, una vez metidas en ellas, parecen distintas y se pueden afrontar mejor, o por el efecto de la pastillita que me había tomado para relajarme. Lo hice muy despacito y poniendo mucha atención a las curvas tan empinadas y pronunciadas. Una vez abajo en la Barca de Vejer, respiré tranquila y cogimos el camino de vuelta que tenía pensado, el cual resultó estupendo porque tras unos 30 Kms, de carretera muy ancha y nueva, tomamos la autovía que nos llevó a Los Barrios. Ya en la cuadra pedí ayuda a Paco para bajarla y este lo hizo en un momento y por supuesto sin contemplaciones de ningún tipo. La agarró por el cabezal y le dio varios tirones y unas cuantas voces y el pobre animal, salió dando marcha atrás temblando, enseguida se la quité y la tuve un rato acariciándola y hablándole dulcemente para que se calmara, cosa que hizo pronto. Así que la llevé al bebedero y directamente a su box, donde le esperaba la comida y su cama limpia. Solo nos quedaba el laberinto de tener que meter el van de nuevo en mi casa y por supuesto, mi hermano se encargo de empujar como pudo con mi poca ayuda y colocarlo donde yo quería, que es un sitio donde ya está preparado para ser enganchado dentro de unos días y hacer el mismo viaje con Amoroso, cosa que dejarlo allí, me va a costar muchísimo pero que no tengo más remedio que hacer, para intentar averiguar que le pasa y porqué tropieza y se cae de rodillas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Oleeeee Pili, bueno ya estas en casa di, pero no has contado el paseo no ???? me alegro mucho, la verdad que ayer por telf, te vi feliz.

Besos

Unknown dijo...
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