
Resulta que me está probando con la montura, no quiere que se la eche y se mueve cuando le voy a apretar la cincha. Aunque lo peor es, que hoy he tenido que llamar para que me la sujetaran, ya que se movía para que no me subiera, cosa que a mí no me afecta porque sé, que se le pasará cuando vea que no tiene más remedio que aguantarse porque esto mismo, me pasó una temporada con Amoroso, que estuvo por lo menos un mes, dándome la lata, cada vez que me veía dispuesta para subirme. Se me ha llegado a soltar de las riendas y todo dentro del picadero pero es muy buena porque no se disparató, sino que se puso al paso dando una vuelta al mismo, luego se paró y la pude coger. Por supuesto, que no le pegué ni nada por el estilo, sino que llamé para que me la sujetaran y me subí arriba. Como ayer no salimos, pensé que lo mejor sería en vez de darle cuerda, hacerla trabajar un poco conmigo encima para imponer mi autoridad, así que dimos unas vueltas al paso y después un intento fallido de galope porque salió trocada, enseguida la paré, al segundo intento lo mismo y ya por fin la tercero, salió perfectamente. Se paró después de unas vueltas y como no sé exactamente si fue porque le tiré un poco más de la rienda o por iniciativa propia, volví a galopar otro poco. También lo hizo perfecto hasta que la paré yo y nos dirigimos hacía la puerta, donde se colocó muy bien y la abrí con facilidad. JuanMa estaba esperándome a la salida de la cuadra y ahí, nos paramos un poco para hacernos unas fotos. Luego nos fuimos fuera, no sin poner ella algo de resistencia pero que no le sirvió para nada. Para no repetir mucho las rutas, nos dirigimos hacía el pantano.

En el camino vimos este helicóptero de asuana, nos riñeron por hacernos fotos pero cuando vieron que somos personas normales y que ignorábamos que no se podían hacer, no nos la quitaron, sólo nos dijeron que no hiciéramos más y ya está. No adentramos en el campo y cuando llegamos al pantano, quedé maravillada. Está precioso, vimos muchos pájaros, garzas, patos, reznero (garcilla) y águilas.



No podía apartar la vista del pantano, lastima que también abundaban los tábanos y estaban acribillando a los caballos y nos pusimos con las manos llenas de sangre de tantos como aplastamos, así y todo, en el cuello de Calandria, acertaron dos veces con mucha puntería porque no paraba de sangrar, se ve que cogió alguna vena. Más que tábanos, parecen vampiros. Vimos un coche abandonado y destrozado en el camino, a Pirata, le dio miedo y se volvió, chocando prácticamente con Calandria, así que hice yo el intento y salió bien aunque por supuesto con algo de esfuerzo porque a ella tampoco le sonaba bien, esa máquina en medio de ese paisaje. Tan cansado estaba JuanMa de los tábanos, que se lanzó a galopar, esperé un poco para ver como reacciona y cuando comprobé que no se recalenté, le dije que ahora nosotras. Al momento salimos a galope corto el cual me pareció una autentica maravilla. Un rato antes, ella iba intranquila mirando el entorno del helicóptero y le di para que galopara pero la pobre, lo que entendió que le estaba regañando, así que cuando lo hizo también, me puse muy contenta. Volvimos por un sitio que me da bastante miedo porque es una vereda muy estrecha y a nuestra derecha un tajo que va a parar a la carretera. Yo estaba preocupada porque ya sabemos, que a esta yegua, no le gusta mucho el asfalto pero miró un par de veces, yo le di toquecitos con los estribos y todo solucionado. Al llegar a un punto donde de nuevo tenemos que dejar la carretera para entrar en campo y que también hay un escalón, me pegué otra vez a la culata de Pirata y bajamos de maravillas. De vuelta a la cuadra, le di su baño, bebió un poco de agua y le di su regalo de zanahorias, del cual participó al igual por supuesto Amoroso por el simple hecho de ser mi niño mimado, no porque hubiese hecho nada para merecérselo.