2/6/08

Paseo con disgusto


El domingo hizo un día estupendo. Como no tenía nada que hacer y la gente de mi cuadra estaba en la romería de Facinas, llamé a Pedro por si tenía intención de salir con su hija y el novio (Maria y Cristian) Quedamos en su cuadra, el no estaba porque no podían sacar a la perlina porque alguien se había llevado la llave y no le localizaban. Así que Pedro se fue hasta la estación de Los Barrios a recoger el caballo sarco de Jairo que se lo había prestado.


Este es el caballo del que hablo. Yo le conozco porque hasta hace solo dos días estaba en mi cuadra y a pesar de ser un caballo entero, es muy noble pero ya se sabe que los huevos, son los huevos. Así que a Maria, le ha comprado su padre, el caballo castaño entero de Raúl, creo que lo he comentado anteriormente y al faltar la perlina, Cristian se puso a la grupa de “gasolina” que es como le llaman. Fuimos a Botafuego, quedamos en un cruce porque el sobrino de Pedro quiso subir a la grupa del sarco y allí quedamos con sus padres para que le recogieran. Cuando llegamos al cruce, yo como no me fío, siempre que hay reuniones de caballos y sobre todo de enteros, me aparto pero Pedro bajando al niño y Maria, con toda la inocencia del mundo se arrimo al grupo y el resultado fue que los huesos de Cristian fueron a parar al suelo. Nos llevamos un susto tremendo, yo no pude ni abrir la boca, el caballo dio un giro tremendo y además dicen que levantó las manos, yo no lo vi porque miraba al suelo a Cristian y no sabía como gritarle que saliera de abajo, cosa que el hizo muy bien arrastrándose y dando vueltas. Gracias a Dios, no se rompió nada, el golpe se lo dio en todo el cuerpo pero él decía que le había dado con una patada en la pierna y que era lo que más le dolía. El pobre subió de nuevo al caballo y cuando nos calmamos, continuamos el camino. Me di cuenta que el chico iba muy mal, aguantando las lagrimas de dolor, así que llamé a Pedro que se había quedado rezagado a conciencia, para que nos volviéramos porque yo pensaba que teníamos que ir al hospital pero el chico que parece muy buena persona, insistió que estaba bien que y siguiéramos el paseo, aunque ya no íbamos tan contentos y además a Maria no se le iba el susto y no quería ver cerca al sarco.

Llegamos hasta Botafuego y nos dimos la vuelta pero mi caballo que hasta ese momento se había portado muy bien, empezó a fastidiarla porque Maria, como ya he comentado, para no estar cerca del otro, lo que hizo fue que se adelantó y no veas el mío cuando lo perdía de vista, el tío hecho una “bestia”, no había forma de pararlo, ni por las buenas ni por las malas, cuando se ponen así, solo queda una cosa, aguantarse. Por fin cuando quedaba poco para llegar, se calmó y llegamos a la cuadra, donde le duché con tranquilidad porque todavía no habían llegado los “romeros” y para casa. Un día precioso y un paseo bonito, enturbiado por lo que pasó pero dando gracias, que no fue nada grave. Estas cosas de los caballos se sabe que son así. Es muy bonito pasear a caballo pero es un riesgo que hay que correr porque los animales, son animales y nada más.

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