26/6/08

Nuestro primer paseo

Fue nuestro primer paseo y podría haber sido mejor pero un incidente sin importancia, influyó en mí y estuve desconfiada y con bastante miedo en todo el paseo. Calandria es más alta que Amoroso y ya le dije a Antonio que deberíamos buscar un sitio apropiado, algún desnivel o un montículo, para que me fuese más fácil montar pero insistió que podría y fue así pero aunque siempre tomo como precaución apoyar el estribo en la cincha, se ve que hubo algún roce y se sobresaltó, nada de importancia, yo ya estaba arriba y Antonio la sujetaba pero me dio un golpecito con su cabeza en mi barbilla, de manera que me di un bocado y me quedo la mandíbula un poco dolorida. Así que a la hora de comerme la rebanada de pan moreno con manteca de zurrapa de lomo, que tomamos siempre en la venta cuando venimos de vuelta, me resultó un poco incomodo pero no impidió que acabara con ella.
Mientras Antonio preparaba un caballo que está también en doma para que saliéramos juntos, me metí en el picadero donde con más miedo que otra cosa, estuve dando unas vueltecitas para que nos adaptáramos las dos. Cuando terminó me dijo que si estaba dispuesta a salir, cosa que por su puesto estaba deseando y nos fuimos. Subimos el carril estrecho que lleva hasta la cuadra, tomamos un poco de carretera y enseguida estábamos en un carril muy ancho y siempre cuesta abajo, cosa normal porque estamos en todo lo alto de Vejer y ya sabéis como es. La yegua es de boca sensible, por lo que la cara la tiene que llevar bastante suelta, cosa a la que no estoy acostumbrada porque a Amoroso hay que tenerle mas bien sujeto por eso de los tres rodillazos que ha dado, así que eso me costaba y además lo veía muy raro. Antonio da una orden y hay que cumplirla de inmediato, sino se pone a pegar gritos como un poseso. Hice algunas pruebas de giros hacía la izquierda y hacía la derecha (esta le costaba más) y cuando nos dimos la vuelta, ya venía yo bastante más tranquila, sobre todo cuando al pasar por una finca, unos caballos salieron a galope corriendo en paralelo a nosotros. Nos pegamos un susto tremendo los cuatro porque no nos lo esperábamos pero después del sobresalto normal, la yegua se quedó tan tranquila, cosa que no hizo el otro caballo que se recalentó. Tuve que esperar varias veces a Antonio, cosa que me encantó porque estoy acostumbrada a tener que darle mucho a Amoroso para que no pierda ritmo y a pesar de todo, se suele quedar muchas veces el ultimo y a esta no hay ni que tocarla. Al final decidí acabar el camino sola a ver como reaccionaba la yegua y me adelanté un poco. Llegué a la cuadra y entré en el picadero, donde acabé dándole una cuantas vueltas de relax en el picadero.


Estoy deseando volver a montarla por ver si en la próxima ocasión que ya no llevaré el miedo inicial, (creo que es muy normal) me va mejor. Así y todo me agobia mucho pensar si de verdad hago bien en tener dos caballos, ya no solo por lo que cuesta mantenerlos, es que hay que trabajarlos, también pienso en la edad que ellos tienen y en la que tengo yo y esto es lo que más me preocupa, ¿cómo podría venderlos? es algo que no soportaría.

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