16/6/08

Impertinente


El calor era tremendo, la gente estarían a primera hora de la tarde en la playa o recogidos, solo Paco y dos "zagales" habían ido a la romería de Los Cortijillos, yo ni me lo planteé. A las cuatro y media, ya no podía estar más en casa delante de la tele. El día anterior me quedé y luego me arrepentí porque es algo que hace que me sienta muy mal y solo lo hago en contadas ocasiones, cuando no me encuentro bien, o cuando el tiempo es muy malo. La cosa es que estaba sola en la cuadra. Aproveché para dar de beber a algunos caballos esperando que aflojara el calor. Parece que de pronto el viento cambió y saltó el poniente, que suele ser muy caluroso en verano pero era fuerte y refrescó un poco el ambiente. Así que eché la montura y nos fuimos en dirección a La Motilla. Nada mas ver, que no iba en dirección al circuito corto, empezó a fastidiarla. No llevaba buen paso, no hacía mas que mirarme, hizo varios intentos de volverse y así llegamos al puente. Mira por donde, no lo cruzó mal del todo pero nada mas entrar en el campo, otra vez dando la lata, intentando coger todas las hierbas que estaban a su alcance y sin querer andar bien. Así llegamos a la primera angarilla, es muy grande y pesada, desde el suelo me cuesta mucho cerrar pero he visto que niños desde el caballo, lo hacen bien, supongo que a lo mejor es porque les coge desde arriba, no sé, la cosa es que lo intenté. El caballo de izquierda, se arrima de maravillas pero a la derecha nada de nada. Después de algunos intentos y de pelearme con él, por lo suave porque en verdad, no le he dado nunca fuerte, me arrimé como quiso y por supuesto que no la pude sujetar, se me cayó al suelo. Me bajé relatando y la puse. Seguimos nuestro camino y él igual, asustándose hasta con las matas nuevas que había nacido. Cuando nos dimos la vuelta, se puso como nunca lo he visto, más rápido que el viento. Yo que quiero que lleve buen paso y que casi nunca lo hace, lo dejé al principio pero viendo que la cosa iba a más y que lo que ya pretendía era galopar, lo paré y así hasta la dichosa angarilla. Y vuelta a empezar. Lo intenté de nuevo y nada que a la derecha no la quiere ni en pinturas. Nos pusimos a la izquierda y esta vez peor porque cuando vio que tenía hueco para pasar, arrancó ligero y como las riendas las tengo que tener sueltas para sujetar la angarilla, pues no lo pude parar y me golpeé en la rodilla con uno de los postes, haciéndome un pequeño roto en el pantalón, cosa que es lo de menos. Ahí ya fue cuando acabó con mi paciencia, le di varias veces con la fusta, me bajé para cerrarla y el mientras tanto intentando coger hierbas (lo que le habría dolido) me subí y ya si que no estaba dispuesta a dejarle pasar ni una. Cuando llegamos al puente, que a la vuelta lo pasa por regla general bien, empezó a asustarse porque unos barbos, estaban alborotando en el agua y en menos que canta un gallo, el caballo se fue hacía en medio de la carretera, cuando precisamente, venía detrás un coche. Le di un espuelazo y se me puso a un galope corto que ya quisiera yo que lo hiciera siempre, ja, ja y salimos del puente. Cuando ya me vio totalmente cabreada, se puso como todo un señor caballo y llegó a la cuadra divinamente. Dejó que lo duchara tranquilo y se metió en su box al paso detrás de mí, cosa que no hace siempre.
En fin, ojalá muchos días como estos que son los que me ayudan tanto a vivir en este mundo donde no vemos mas que penalidades a nuestro alrededor.
Me llamó la atención que en ese camino saliera esta planta de girasoles y aunque no son muy bonitos y la calidad de la foto mala, he querido colgarlos aquí porque me encantan. Ahora en nuestra tierra, hay muchos sembrados y es una autentica maravilla ver como decoran y colorean el campo.

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