25/3/09

San José 2009 - 3










Las horas pasaban a una velocidad tremenda, la noche se nos venía encima y aunque no conozco muy bien el camino, ya lo he hecho una vez y sabía que nos faltaba mucho para llegar a palacio, donde paraba a dormir la carriola de ranca-chino, que es donde estaban nuestros bultos. El matrimonio formado por Roberto y Carmen estaban muy inquietos también y en una de esas dijeron que se iban para delante y yo dije que me iba con ellos, que nos veríamos en palacio, pensando que ellos llegarían de madrugada y que yo, no tengo costumbre de trasnochar, mucho menos, con la de horas que llevábamos a caballo y pensando que al día siguiente, eran 18 km más, así que le dijimos a mi primo que nos íbamos y él me miró extrañado pero no solo me dijo que había 3 horas de camino. En realidad, yo solo pensaba en que tenía que acostarme y que no fuera muy tarde, por lo que miré la hora y pensé que sobre las 23h estaríamos en el campamento, cosa que no me pareció mal.


Cogimos una botella pequeña de agua para cada uno y emprendimos el camino. Roberto llevaba un caballo tordo (Jerte) y Carmen un entero PRE apto para reproducción y con el que ella está loca y que a mí no me gusta porque el caballo no es del todo claro y eso que no lo he visto como es en realidad porque le habían puesto un chute de tremendo para que hiciera el camino, ya sé que en las ferias, se hace mucho pero yo prefiero un penco a llevar un caballo drogado porque no puedo con él. El camino era muy duro, la luna casi llena pero cuando pasábamos entre árboles, no se veía nada, llevábamos unas linternas pequeñas, que en aquella inmensidad, no servían para nada, a menudo que se iba haciendo más la noche, poníamos todo nuestro esfuerzo en no perder de vista la “roa” de los carros, algunas veces veíamos luces y nos animábamos pensando que estábamos llegando pero, eran carriolas que andaban por el camino. En la oscuridad, se veían bultos negros y grandes que se movían, eran los jabalíes que bajan a comer las sobras de las comidas y que huían al oír nuestras voces. Calandria, se puso la primera, ¿Cómo no? Pero cada unos cuantos metros me tenía que parar porque oía a Carmen quejarse de que se quedaba atrás, del miedo que tenía y de las ganas de llorar que tenía, el marido y yo intentábamos animarla pero esto me iba haciendo mella también a mí. Las horas pasaban y no había forma de llegar, en la oscuridad, pude ver un caballo muerto, el pobre no lo había resistido, paramos para hablar con un conductor de un camión grande de esos de las arenas, que nos dijo que se le había quemado el motor y que estaba esperando que le remolcaran, le preguntamos por el caballo muerto porque estaba cerca de él y nos dijo, que ya habían caído tres, seguro que en la oscuridad, no los vimos, de lo cual me alegro porque el sufrimiento que me entra es tremendo y me acordé del bárbaro que reñí en el camino. Seguimos adelante y las horas pasando, ya me dolía todo cuando por fin vimos las luces del campamento, era la una de la madrugada (yo estaba montada desde antes de las nueve) intentamos llamar al de la carriola y el teléfono, daba apagado o sin cobertura, así que buscamos por donde nos dijeron que se ponían, por fin entre tantos y tantos lo vimos, allí estaba, ranca-chino, nos quedamos de piedra, cuando Roberto preguntó y le dijeron que miráramos pero que allí no había nada. Ni decir quiero como se puso esa mujer, había venido parándonos todo el camino con el caballo drogado que no podía tirar y que hicimos un camino de tres horas en cinco y ahora había que escucharla, tuve que decirle que yo también estaba muy cansada y nerviosa pero que era mejor callarse por el bien de todos. Empezó a llamar a todo el mundo y no había manera, todos sin cobertura, oyendo sus llantos y quejas, intenté amarrar la yegua en un hueco que había entre otros dos caballos y se lío la grande porque Calandria respondía a los bocados de los otros metiendo coces a ambos lados, así que la tuve que coger de nuevo y tenerla de la mano, esa mujer no paraba, que si la comida de los caballo, que si nos habían dejado tirados (yo le dije, que los que les habíamos dejado tirados, éramos nosotros) que si toda la comida que llevaban, que tenía mucha sed, bueno horrible, cogí una silla de por allí y me senté a esperar con la yegua de la cuerda. Eran más de las tres de la mañana, cuando sonó su móvil (yo me había quedado sin batería) era Marga, me quedé helada, esa mujer tan educadita, llorando y gritando al mismo tiempo diciendo que le habían engañado que nos estaban sus cosas. Rocío le dijo que estaban llegando a donde estábamos nosotros que esperáramos. Así que nada más entrar en palacio, encontraron la carriola, llevaban dos y el tío malaje no nos lo dijo, así que Rocío, Fili y Marga, se había venido porque a esta última, le dolía la espalda de llevar el ritmo lento de las mulas y mi primo el aprendiz y el conductor, se quedaron atrás, sin intención por supuesto de llegar en lo poco que quedaba de noche. Bueno, pues nos dispusimos a buscar sitio para atar los caballos antes de coger los bultos, aunque Marga, llevaba ya una tienda quechua, de esas que parecen galletas grandes, que es la que solemos llevar. Dimos todas las vueltas del mundo y no había manera de encontrar un hueco para los caballos, en esta búsqueda, nos despistamos del matrimonio, tiraron para un lado y nosotros cuatro para otro, por fin encontramos algo que nos podía servir, había caballos dentro de un cercado y algunos hueco entre ellos y en esos atamos en uno a Calandria y en otro a La yegua de Rocío, Fili amarró el suyo a unas ramos ya desesperado y Marga a “Valentín” a otras ramas, Fili empezó a decir que para lo que quedaba, que mejor no nos acostábamos y que cuando amaneciera, que pusiéramos en camino hacía el Rocío pero yo le dije, que aunque fuese un rato, deberíamos tumbarnos, lo comprendió enseguida y se fueron los tres a por los bultos mientras yo controlaba los caballos que tenían puesto las monturas. Estaba rota y necesitaba sentarme,

vi un agujero y puse en él la tienda cerrada para sentarme encima. El rocío me tenía empapada y la humedad la notaba hasta en los huesos, llevaba un barbu y encima un poncho de lana, la gorra calada hasta los ojos y la bufanda pero los dientes me castañeteaban. Cada vez me tumbaba más en la “galleta”, hasta que me puse en posición fetal, acurrucada esperando que pasara el tiempo. Valentín rompió la rama y comía hierbas al rededor de mi cabeza pero no me moví, le dije que no me pisara y pensé que si estaba cerca, algo de calor me daría. Pasó media hora, una hora, dos, dos y media y el miedo (soy bastante valiente) ya estaba encima, pensaba si aparecía alguien por allí, que haría, tenía una navaja en las alforja pero no me podía levantar, los pies los tenía mojados porque ya sabéis las marismas y los tenía puesto en la parte más baja del agujero, donde no tenía tienda, la cual por supuesto no abrí porque a cada momento pensaba, que ya iban a llegar, aunque tenía claro que se habían perdido. Sobre las siete, oí voces y a Fili diciéndole a Rocío que le parecía que ese era su caballo, lo llame y me contestaron enseguida y muy angustiados, efectivamente se habían perdido y cansados de dar vueltas con los bultos, dejaron a Marga en un sitio por allí con ellos, esta creo que cansada también cuando la encontraron, se había quedado dormida sobre ellos. Así que fueron a buscarla y volvieron con esta vez enseguida. Abrí la tienda temblando, me metí dentro, me quite poncho, barbu y me metí en el saco, vinieron a preguntarme cómo funcionaba el inflador a pilas y les dijes que para colchones estaba yo. Ya encerrada dentro oía a Fili que se quedo a mi lado como roncaba, se quedó dormido enseguida y a las niñas, un poco más retiradas hablar. No me podía dormir y me sentía el pulso en la cabeza, después del frío que había pasado, empecé a sudar, que hasta un pañuelo que llevaba al cuello, creo que se me humedeció, al final me quedé dormida, me supo a gloria, aunque creo que habrían pasado solo unos 30 minutos, cuando Fili me llamaba porque había que recoger para llevar los bultos de nuevo a ranca- chino. Así que a las 8, estábamos de pie recogiendo. Una vez todo empaquetado, se fueron a llevarlos mientras yo me las ingeniaba para llevarlos hasta las hierbas que fuesen comiendo algo por lo menos fresco. Todos empezaron a levantarse y a desayunar y yo esperando a que volvieran los míos, me dejaron un café de esos que venden en gasolineras, que vienen en vasos, agitas y se calienta, por cierto que no he visto, cosa más mala, lo tiré casi todo. Mis compañeros volvieron y decidimos esperar a ver qué pasaba con el resto del grupo, aunque al matrimonio, los descartamos porque le vieron dándole de comer a sus caballos (comida de todos los nuestros) y dispuestos a seguir ellos su camino.
En la próxima, os contaré el final del camino, como podéis ver, en el camino del Rocío, no todo es cante, risas y juergas, también hay malos tragos que pasar.

1 comentario:

Bruja dijo...

Bueno Pili te dije que responderia mañana pero lo voy a hacer ahora, me dejan un huequecillo jajaja, hay que pedir la vez en esto del ordenador, bueno pues me aprece toda una aventura digna de extenderse lo que sea, porque madre mia, ya te he dco en el mail que yo como estoy un poco loca y desde aqui me parece una pasada de vivencia, pero que alli y en las circunstancias de estar mojada y con humedad y oto eso, y perder a todo e mundo y quedarte sola, pues la verdd, es duro y e d ser muy valiente, como se que eres, y pienso que al menos una persona se deberia haber quedado contigo, no todos irse a buscar las cosas, repartirse para no quedarse uno solo, es una pasada, pero creo que tambien es algo anecdotico para poder contar porque acabo bien y no paso nada, tu estabas bien y al final te encontraron, pero me da que el chino ese o como fuera de la carreta era un poco cabrito no?? porque si habia dos carros porque no lo dijo??? ay uqe ver la gente, de todas formas me parece una experiencia alucinante y que al final te lo pasaste bien a pesar de todo y que tu yegua se porto de fabula la pobre que buena es.
No sabes como megustaria ir alli contigo, de verdad, muchisimo, a ver a ver la hucha y ya te pedire referencias de lo que cuesta esa aventura para ir haciendome una idea.

Un beso