2/8/08

La tercera


La tercera vez que he montado a Calandria, solo fue en el picadero. Me acompañó Ismael, un chico joven de una de las cuadras que hay en Los Barrios, es aficionado y tenía ganas de conocer el sitio donde está la yegua. Cuando la compró el anterior dueño, era un conocido de él y estuvo en el cerro recogiéndola y transportándola para llevarla a una cuadra donde supuestamente la domarían, así que él había tenido ocasión de montarla, alguna de las pocas veces que lo habían hecho pero tengo que decir, que la escuela que tiene no me gusta nada porque aunque es cierto que monta bien y que se agarra como nadie, no es menos cierto que es de vara fácil y que es de los que opinan, que la letra con sangre entra. Así que cuando llegamos y se lo presenté a Antonio, le resultó conocido, posiblemente habrían coincidido en algunos de los concursos que ambos frecuentan y noté, que no le gustó mucho lo idea de verlo allí y mucho menos, que abriera la boca.
La yegua, estaba un poco alterada. Él comentó que estaba en celo y que quizás era lo que le pasaba, o puede que fuera yo pero la cosa es que no me hacía con ella y Antonio que es muy suspicaz, se estaba enfadando por momento, mucho más cuando me dijo que galopara y le dije que no, que me daba miedo. Así que dado que la cara se le estaba poniendo roja de rabia y pensando que en verdad, yo había ido para eso, me puse a galopar. Al principio, no me salía muy bien pero cambié de mano y empezó a hacerlo de maravillas, me tuvo un rato largo haciéndolo ( a mi me lo pareció) pero la verdad es que fue fenomenal y que me vine contentísima porque sentí en algunos momentos, lo que algunas veces me ha dicho Cris, que la yegua y yo, éramos de una sola pieza, no sentí ningún miedo y tampoco dolor de espalda. Jamás había galopado tanto tiempo seguido y tan a gusto. Me vine muy contenta y dándole un beso a Calandria y otro a Antonio y eso que es un tipo bastante arisco.


No hay comentarios: