Por el camino, nos sorprendió ver volando esta preciosidad de pájaro, (la foto no es mía) que una vez descrito a mi informador habitual de ornitología (mi hermano Rafael) me dijo que era una “carraca” y que emigraba en verano junto con las tórtolas. Si lo veis bonito así, en pleno vuelo, cuando abre las alas con ese color tiene, es un autentico espectáculo.
Los caballos no iban muy bien. Hacía tiempo que no salía y estaban alterados. Amoroso que es muy celoso y mimado, aprovecha el lado izquierdo de “Pirata” (que es por donde no ve por un golpe que tuvo en ese ojo) echa las orejas hacía atrás y hace intención de morderle. No lo consigue porque voy pendiente y cuando lo veo en posición, le doy un pequeño tirón de las riendas y golpecito con las piernas para que sepa que no quiero que lo haga. También tuvimos nuestros más y nuestros menos, con la manía que tiene de ir cogiendo hierbas por el camino y que yo no quiero que lo haga por dos razones. Una que está muy feo, y otra que se distrae y va dando tropezones, lo mismo con las manos que con las patas. JuanMa puso a galope a Pirata y era para verlo pingando. Con lo bien que lo hace pero cuando falta el trabajo, pasa esto, así que yo ni siquiera lo intenté. No quisimos forzarles mucho por ser el primer día y no subimos el monte. Seguimos carril a delante hasta donde nos pareció y nos dimos la vuelta, cuando llevábamos medio camino hecho, empezaron a portarse bien y llegamos a la cuadra la mar de contentos y animados porque el calor también había aflojado.
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