12/1/10

Kentucky y su ruleta


Era el segundo día sin lluvia, así que ya cansada de quedarme todas las tardes en casa, me fui a la cuadra, no tenía una idea clara de cual de los caballos sacar pero instintivamente, cogí el cabezón de Kentucky, la saqué de su box y la preparé para darle cuerda en el picadero, el cual tenía mucha agua pero en el lado derecho se puede trabajar porque por alguna razón, ahí la absorbe antes, así que estuvimos unos 15 minutos, muy poco para el tiempo que llevaba sin salir pero se vino para mi tres veces ya y aunque no se lo permito, la vi que sudaba mucho y di por terminado el relajamiento.
Mi intención era coger a Calandria para lo mismo pero cogí la montura y se la eché. Yo me suelo subir desde un banco que tenemos de hierro pero a ella le de mucho miedo desde el primer día y cuando me he montado otras veces, me la han tenido que aguantar porque además, que cuanto siente el pie en el estribo, sale andando. Así que como estaba sola, supe que me las tenía que ingeniar yo. Lo primero que hice, fue sentarme en el banco cogiéndola corta de las riendas y diciéndole pamplinas, luego le arrimé un poco para que lo oyera en tres puntos distintos, ella hacía ruido de miedo pero yo seguía con mis halagos y acariciándola, cuando me pareció que estaba más tranquila, di un salto y arriba ¡ bueno ya estaba hecho ! la acaricio y le le doy para que nos fuéramos y la yegua me dijo que ella era de mármol y que de allí no se movía, ja, ja. Bueno, a esto llega Manolo y me pregunta que si me abre la puerta y empieza a azuzar a la yegua, de tal manera que ya estábamos en la calle, allí se plantó y dijo que no se movía, empecé a emplearme "fuerte" con las espuelas y nada, cojo la fusta y empieza a hacer círculos sin moverse del sitio, ja, ja no había manera, por más que le daba, más círculos hacía, Manolo desesperado cogió la fusta y empezó él a darle desde abajo y nada, ella con sus ruletas, le pedí de nuevo la fusta ya cabreandome un poco y nada, mas vueltas, a esto que llega Juan Carlos con el coche de caballo y dos amigos más, uno de ellos se baja, la coge por el cabezal y empezamos por fin a movernos para delante, le pedí que la soltara y seguía delante, creo que era porque sentía detrás el coche caballos, a esto veo venir de frente a Antonio, un chico de aquella calle que iba a caballo a darle de comer al un potro que tiene en el monte, así que le pregunté que si me iba con él y me dijo que encantado. Hicimos un paseo precios, cuando localizamos al potro, fue muy bonito, porque le llamábamos con los gritos típicos del campo y él corría hacía nosotros, le llevas en medio de los dos, a un lugar apartado de otros caballos para que no se comieran lo suyo y mientras el le echaba el pienso, miré la vista que desde allí se puede contemplar y di gracias a Dios por permitir, que fuese tan privilegiada como para poder contemplar eso. A la vuelta Antonio se reía porque yo lo mismo me acordaba de toda la generación de la yegua, que la acariciaba y la halagaba. Lo pasé muy bien y a pesar de la ruleta, me vine muy contenta porque conseguí que se arrimara al banco, me subiera y a la vuelta, con paciencia y lucha, conseguí que se colocara para abrir la puerta corredera de la cuadra y la cerrara. Me encanta la yegua, es muy noble, no sabe nada pero percibo que ya me quiere y respeta, además tiene muy buen corazón porque sus protestas, no son con malicia.

1 comentario:

Bruja dijo...

Jajajaja Pili si desde luego que tiene mucha gracia, bueno estas son las cosas que hacen muchas veces los caballos que no saben, pero como tu has dicho es muy buena porque otros pueden alir botando o protestan de otras formas peligrosas, de manos o cualquier defensa de esas chungas asi que si, es buenisima y que suerte haberla encontrado, me alegro mucho que estes contenta con ella, tambien de tus progresos porqeu es evidente que los hay, ya lo del banco mismo es un progreso y asi poco a poco ira aprendiendo y como tu dices ya te quiere y respeta. Me alegro Pili pero un monton , un beso